jueves, 20 de mayo de 2010

EL HOMBRE COMO LIDER DE LOS CAMBIOS DE LA IDENTIDAD Y DEL DESARROLLO

DESARROLLO HUMANO DESDE LO LOCAL

EL HOMBRE COMO LIDER DE LOS CAMBIOS DE LA IDENTIDAD Y DEL DESARROLLO

Jairo Cordoba Cesar Alvarez
Isabel Cristina Campos
Armando Cabrera

Entendiendo el Desarrollo Humano y Social como un proceso de cambio y transformación constante del individuo o de una comunidad, originado por la necesidad de uso de los recursos del contexto en que habita para alcanzar un Nivel de Vida adecuado, y que la vinculación institucional del estado es necesaria para la implementación de políticas que permitan igualmente, a los individuos, acceder a las oportunidades que se brindan con equidad social y sostenibilidad ambiental; se piensa que el desarrollo debe ser dirigido por los propios actores sociales para que, con el apoyo institucional, logren el bienestar, la cohesión social y un nivel de vida aceptable acorde con sus necesidades. Este enfoque ascendente es necesario ya que este proceso generará los rasgos de identidad de cada territorio en particular y superaran las prevalecientes acciones que son centradas en la oferta institucional.

Por lo tanto, en el diseño de los programas y proyectos de desarrollo se deben tener en cuenta las diferentes dimensiones entre los procesos productivos, económicos, institucionales, organizativos, ambientales y culturales existentes en cada territorio.

“La visión multidimensional da cuenta de los diversos componentes que conforman un sistema territorial, a saber: (a) la dimensión económica, en la que se destaca el elemento de competitividad; (b) la dimensión sociocultural, en estas dimensiones se resaltan los elementos de equidad y respeto por la diversidad; (c) la dimensión ambiental, en la que se enfatiza el concepto de administración y gestión de la base de recursos naturales; y (d) la dimensión político institucional, en la que se destaca el elemento de gobernabilidad democrática y la promoción de las capacidades ciudadanas”.
De lo anterior, podemos concluir que el desarrollo sostenible no se refiere solamente a la generación de ideas o tecnologías para la preservación de los recursos naturales, sino que da cuenta además de cómo ese mejor uso debe permitir ser más competitivos satisfaciendo las necesidades de los habitantes y generando mejores oportunidades en las localidades. Debe, además, generar condiciones de equidad entre ricos y pobres, entre hombre y mujeres, entre niños y ancianos, entre negros, blancos, mestizos y en fin comprender que habitamos un planeta con diversidad de pueblos cada uno de ellos con culturas y costumbres diferentes. El desarrollo sostenible debe generar cambios positivos en las conductas o actitudes de todos los habitantes hacia el respeto de los demás seres vivos que habitan el planeta y hacer una administración eficiente de los recursos naturales. Finalmente el desarrollo sostenible debe apuntar hacia la participación de todos como generadores de cambios positivos que contribuyan con el bienestar y mejoren la calidad de vida de sus pobladores y su ecosistema.
El enfoque de considerar los procesos de desarrollo desde un carácter multidimensional e intersectorial es indispensable para buscar superar acciones fraccionadas o que apunten a resolver situaciones especificas, llevadas a cabo desde cada uno de los sectores, estas acciones actúan desde puntos diferentes y sin cohesión, mal logrando recursos y evitando respuestas efectivas a las necesidades de la comunidad.
Este esfuerzo de integración debe superar los tradicionales intentos de coordinación interinstitucional, por lo general esporádicos y sumativos (agregados de acciones sectoriales); por acciones integradas, llevada a cabo por equipos conformados en respuesta a las necesidades y demandas de las comunidades rurales y orientados hacia la consecución de los propósitos perseguidos con la ejecución de iniciativas de desarrollo.
Se hace evidente que el modelo adoptado por los estamentos políticos y gubernamentales para mejorar las condiciones de desarrollo, basa su acción en el crecimiento económico y desde allí se limita el tema de la pobreza hacia la posesión de bienes y deja de lado el enfoque en la persona y en brindar mejores condiciones para potencializar sus capacidades de tal manera que en varios casos pierden su identidad y acerbo cultural.
Vemos importante considerar las relaciones de género como un objetivo estratégico para contribuir a la superación de la pobreza, desde un enfoque centrado en la equidad, el desarrollo de las capacidades, la participación y la búsqueda de la cohesión social. Es la mujer el ser vinculante en la familia colombiana y debe ser incluido en la formulación de soluciones a las necesidades identificadas y no como hasta ahora que es excluido en la toma de decisiones.
Algo que debe ser aprovechado y potencializando en el Desarrollo Humano son las múltiples redes de vinculación entre las familias y el conjunto de integrantes de la comunidad, entre estos se encuentran los lazos de parentesco y vecindad; las relaciones de reciprocidad; las normas compartidas; las relaciones interpersonales; las asociaciones y las acciones colectivas popularmente denominadas mingas, desde donde se logran articular acciones para mejorar una situación comunitaria. Este capital social, aun presente, tiene gran importancia para impulsar los procesos de desarrollo, y contribuye con la articulación de los actores sociales, las actividades de recuperación ancestral y cultural.

El empoderamiento de los actores sociales locales puede favorecer a la reorientación de la acción institucional y por ende en mejorar las condiciones de vida de una comunidad, respondiendo a sus necesidades y sus perspectivas de vida.

Tomado del curso “Desarrollo rural. Nuevos enfoques y métodos” del proyecto FODEPAL. 2008.

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